no sé...,
sí sé que no había consolas,
ni CDs,
sólo cintas y vinilos;
tampoco evasiones fáciles
excepto el privilegio del mar,
un camarote donde vivir
una experiencia enorme de
ensimismamiento
y escuchar una música antigua
de un tal Jorge Sepulveda
imaginando
como me sentiría
sintiendo lo que ahora
"Bajo el palio sonrosado de la luz crepuscular"